— TERCERA PARTE: Modelos teóricos y conceptuales; explicados a grandes rasgos…
Los contenidos de nuestra experiencia expresan el comportamiento de ondas no lineales interactuando, y dando lugar a estas principales dinámicas conocidas como resonancia y armónicos derivados. Casi todo en nuestras mentes puede ser entendido con este modelo. El hecho de que nuestra fenomenología se comporta como un todo y que existe una obvia interconectividad entre todas las partes que la integran, es suficiente para relacionar a la consciencia con el comportamiento “holístico” de un campo físico…
“Nuestra experiencia visual como un diorama volumétrico representando estímulos bidimensionales de la retina; Teoria de la resonancia & armónicos; Segunda parte: La investigación de Steven Lehar”
El fenómeno de las alucinaciones y sueños demuestran la innata capacidad del
cerebro para construir vividas estructuras de la experiencia, tales como completos
mundos volumétricos. El fenómeno de la resonancia se puede encontrar en todas
partes cuando se estudian las características de la fenomenología humana; no es
coincidencia considerarla como uno de los principios fundamentales en que
nuestra experiencia es renderizada. La resonancia de ondas estacionarias aparece
un sinnúmero de veces a lo largo del reino animal, tal y como los increíbles y
diversos patrones vistos en las pieles de varios animales, especialmente mamíferos
e insectos. La estructura y fisiología del cerebro indica también la existencia de este
fenómeno continuamente sucediendo en él.
Estados de la mente inducidos por intoxicación de drogas como psicodélicos, estados profundos de meditación, sueños, e incluso sutiles detalles en nuestra experiencia cotidiana señalan la existencia de resonancia efectuada por ondas
rebotando unas con las otras, a través de un medio completamente tridimensional.
Steven Lehar, como un psiconauta racional, explica la cualidad de profundidad en
nuestras experiencias volumétricas similares a dioramas bajo los lentes de la
resonancia, reflejándose de manera directa en las propiedades de nuestra
experiencia del mundo. Explicando ilusiones ópticas como las imágenes
gestálticas, y como el cerebro es capaz de encontrar la más simple interpretación
en base a un amplio repertorio de alternativas casi instantáneamente, cuando
ningúna otra computadora (al menos creada por el hombre) puede instanciar esa
clase de operaciones. Ello como signo de que el cerebro utiliza este principio como
una función de bajo rendimiento, lo que significa que se da de manera natural en el
cerebro. Como he mencionado anteriormente, debemos ahora pensar en las
neuronas como pequeñas antenas emitiendo radiación útil a través del espacio, en
lugar de simples y estrechos puentes intercambiando paquetes de información
(doctrina neuronal). Esto hace que nuestro modelo del cerebro encaje mejor con
nuestras observaciones fenomenológicas. Entonces, en esencia, son esas ondas
viajando e interactuando con otras entre las neuronas lo que realmente
corresponde con nuestra fenomenología, con nuestras experiencias conscientes.
Andrés (el gestor del Instituto de investigación de la Qualia), menciona que estas
ondas bombardean el campo electromagnético, y excitan valores de qualia. Lo que
levanta especulación a la posible correlación de la qualia, con distorsiones en el
campo electromagnético —Coherente con la teoría electromagnética de la
consciencia—.
*Radiación neuronal…*
Steven Lehar propone que lo que hace a una experiencia estar unificada o no, es
determinado por estas ondas estacionarias que se vuelven resonantes unas con las
otras, entonces, este principio garantiza de antemano unidad funcional en un
sistema, pero parece ser únicamente factible con algo que Andrés denomina “unión
local”, y es esencialmente la causa por la cual los colores aparecen unidos a los
objetos. Siendo la principal razón por la cual en nuestra experiencia algunas
cualidades se presentan juntas, tal y como la mencionada anteriormente, color y
forma, dando lugar a un modelo coherente de aquello que se busca representar. Por
ello, lo que se está diciendo es que la resonancia es capaz de explicar el “problema
de unión local”, pero no el “problema de unión global”, el cual se refiere a la
cuestión de cómo las características de nuestra fenomenología pueden coexistir en
una misma experiencia simultáneamente, cuando se supone que cada modalidad de
la experiencia es renderizada en regiones diferentes y distribuidas a lo largo del
cerebro, ¿como hacen un montón de átomos supuestamente individuales, para dar
origen a una experiencia unificada y simultánea? Entonces, su sugerencia para
resolverlo es a través de segmentación topológica en un campo.
Bolsillos topológicos; ¿Los orígenes de la individualidad?:
Esto significa que nuestras experiencias individuales son literalmente bolsillos
creados dentro de un campo físico. El inmenso campo
subyacente de qualia correlacionado con un campo físico, se segmenta en partes
separadas, dando lugar a…en un sentido, a nuevas entidades, correlacionadas con
experiencias individuales. Andrés también menciona que el campo cerrado es capaz
de contener energía atrapada en su interior, dándole la capacidad de hacer vibrar su
estructura, con ello se obtiene algo conocido como sus modos de resonancia, lo que
te permite hacer que el bolsillo se comporte como una unidad, y la evolución estaba
en busca de algo así. La computación holística resulta ser una opción eficiente y
baja en costo, en términos de recursos y energía…Lo que explicaría el porqué a
nuestro cerebro le resulta tan sencillo construir nuestra experiencia. Entonces, la
consciencia podría pensarse como algo útil con lo que puedes instanciar procesos, y
no viceversa; con lo que puedes efectuar operaciones computacionales, debido a
sus útiles e intrínsecas propiedades para implementar sistemas inteligentes.
Entonces, cuando hablamos de consciencia, en realidad nos referimos a un campo
de la física, precisamente al campo electromagnético, porque es el medio que
permite todas estas elegantes estructuras vibracionales -ondas-, las cuales
corresponden con los contenidos de nuestras experiencias. Entonces, la
consciencia se encuentra en el 3er nivel del análisis de Mar’s; el nivel de
implementación. Consecuentemente, un algoritmo o operación computacional
puede ser consciente o no, dependiendo de cómo este se implemente, por ende no
podemos confiar solo en los "inputs" y "outputs" de una máquina porque
esencialmente existen un sinnúmero de maneras en las cuales puedes efectuar
operaciones computacionales, cada una diferente de otra, pero que pueden
terminar generando el mismo resultado o comportamiento en un nivel superficial.
Tal vez sea posible construir un robot que imite el comportamiento humano, pero
no podría ser sintiente, careciendo de la presencia de alguna especie de “película
interna”. Ya que no contaría con la propiedad holística de un campo, atribuido a la
unidad de nuestras experiencias. Además de que tal hazaña, con computación tradicional -digital-, sería terriblemente costoso y complicado de realizar.
Nuestros cerebros, tan solo con la energía extraída de una papa puede efectuar complejas simulaciones
del mundo, básicamente nuestra existencia entera! El cerebro no sería capaz de
hacer el mismo trabajo sin las propiedades útiles de la consciencia, como he
mencionado recientemente, tiene que haber una razón, en términos de energía
mínima, por la cual la consciencia es óptima para efectuar operaciones
relacionadas con la percepción; si la consciencia no fuera ventajosa, no estaríamos
aquí en primer lugar. La evolución es realmente buena resolviendo rompecabezas,
claramente la consciencia debe ser la mejor manera de implementar un modelo del
entorno.
Entonces, en conclusión, lo que está sucediendo es que el cerebro está básicamente
“pellizcando” el campo electromagnético para dar lugar a nuestras experiencias
individuales, y consecuentemente usar sus propiedades holísticas.
Intentando responder la pregunta: “¿Somos cerebros?, o, ¿tenemos cerebros?:”
Andrés, ha descrito un concepto interesante llamado “potenciales locales de campo”, y están estrechamente relacionados con el papel que cumple la consciencia en el cerebro. Bajo esta clase de observaciones, en base a lo mencionado en anteriores notas, podemos concluir que nuestra fenomenología cuenta con un poder causal dentro de nuestros cerebros, y es capaz de alterar la misma estructura física del cerebro (plasticidad neuronal). No cabe duda de que nuestras experiencias conscientes tienen una influencia directa en el comportamiento que externaliza nuestro cerebro. Entonces, por ello la consciencia no puede ser un epifenómeno de ninguna manera. Pondré una analogía, piensa en la estructura del cerebro como la forma de un río, delimitada por rocas, tierra, arena y demás, que consecuentemente determina como el agua fluye y se mueve (con el agua me refiero a la consciencia), pero también el flujo del agua puede gradualmente cambiar la forma misma del río, por lo que existe una influencia recíproca por parte de ambas partes. Existe una constante retroalimentación entre la consciencia (el campo electromagnético) y la estructura del cerebro. Los contenidos de nuestra experiencia poseen una estructura con poder de interacción. Por esa razón, sería correcto decir “tengo un cerebro” en lugar de “soy un cerebro”, y es algo extremadamente extraño, porque pienso que los seres humanos hemos estado sospechando esto a tientas (quizá a través de observaciones fenomenológicas) por un largo tiempo, desde que empezamos a ser racionales, parece ser una idea que se repite con frecuencia en todas las culturas, y religiones de la historia humana. Básicamente, podría ser la principal razón implícita por la cual pensamos que tenemos almas; que somos otra “raza” de entidades etéreas habitando los sacos de carne que vemos todos los días en el espejo, me refiero a esa clase de introspecciones trascendentes que los humanos suelen tener. El extraño sentimiento de disociación, o abandonar el cuerpo, podrían ser clave de implícitos signos de que en realidad somos entidades de naturaleza independiente.