Bosquejo. Creacionismo moderno:
Desde tiempos antiguos la humanidad ha tratado de hacer sentido de su propia
existencia. No es de extrañarse, diría que nuestra experiencia humana parece ser
realmente sugestiva por sí misma. Puede haber parecido obvio en el pasado que
alguna clase de fuerza o entidad inteligente hubiera creado todo lo que
experimentamos, sin embargo nuestro conocimiento moderno puede brindarnos
algunas claves importantes para formular un nuevo modelo acerca de la naturaleza
de la experiencia humana per se. Como he mencionado en anteriores ocasiones,
nuestra simulación del mundo exhibe inteligencia por sí misma; el cerebro utiliza
un sinnúmero de dinámicas y “trucos” a fin de crear un coherente modelo
consciente que represente lo que sucede “afuera”. No es una coincidencia que en el
pasado hubiese tanta especulación al respecto; algo que la humanidad ha estado
“sospechando" desde hace un largo tiempo, la cual ha sido como una especie de
pista implícita que hemos podido discernir desde que empezamos a ser seres
racionales.
Recordemos que habitamos un modelo que envuelve un sinfín de operaciones para
funcionar apropiadamente, y así mantener una coherencia entre cada momento
que integra la experiencia correspondiente. Sin estos parámetros funcionando
correctamente, este modelo sería caótico, inviable e inutil desde un punto de vista
evolutivo. Como mencioné recientemente, el modelo que habitamos es inteligente
por sí mismo, en un sentido literal, el mundo “alrededor nuestro” constantemente se
transforma y re-ajusta a sí mismo para mantener una apariencia estable todo el
tiempo. La consistente estructura de nuestra experiencia no es una coincidencia,
como he mencionado en ocasiones previas, existen un montón de procesos y
movidas sucediendo implícitamente que dan lugar a los estables objetos y
características que experimentamos, los árboles, el cielo, las nubes, el sonido de la
lluvia, las texturas, los aromas, incluso la sensación de caminar; todo se construye
gracias a esta “inteligencia”. Todos estos parámetros y dinámicas que renderizan
nuestra experiencia consciente del mundo reciben el nombre de “principios
organizativos”, y estos se encuentran por todas partes una vez que empiezas a
“explorar” la manera en que nuestra simulación del mundo funciona, por medio de
prácticas como la meditación, e inclusive otra clase de técnicas: Sueños lúcidos,
privación sensorial, o el uso controlado de drogas psicoactivas. El cerebro posee un
extenso repertorio de estos modos de organización, con la finalidad de generar los
correctos cambios atmosféricos en nuestra experiencia, basados en el incesante
flujo de información sensorial traída desde los sentidos. Entonces, la realidad es en
esencia un sistema, no existe duda alguna de que existe un diseño inteligente en
ella. Podríamos decir que un sinnúmero de cosas ocurren e interactúan para
sustentar nuestra sofisticada existencia, pues somos parte central de este
sofisticado modelo en última instancia. “Las luces del escenario reposan sobre
nosotros”.
Retomando el tema principal. Tomando en cuenta todo lo que se ha dicho a lo largo
de este documento, podemos argumentar que somos en esencia una creación de
nuestros propios cerebros, en un completo sentido literal, “somos alucinaciones
controladas con propiedades útiles”. Somos pequeñas criaturas simuladas
incorporadas a un modelo volumétrico y sistematizado, el cual puede ser pensado
como una función básica de una enorme super-avanzada computadora biológica
—el cerebro—. Bajo esta premisa, podría concluir que el creacionismo es verdadero.
Realmente existe una fuerza impersonal e inteligente que actúa como principal
administrador del mundo, somos sus creaciones, y estamos a la merced de su
capricho; me estoy refiriendo al cerebro, desde luego. Si estás leyendo esto,
significa que te encuentras ahora mismo dentro de un completo y sofisticado modelo
del mundo, al igual que todos. Cada vez que miramos al cielo lo que en verdad
estamos contemplando es el “techo interno” de nuestro cerebro...El hecho de que
todos nosotros contemos con un cerebro efectuando una representación consciente
“en-línea” del mundo externo, simultáneamente, da origen a la convincente
ilusión de que compartimos y habitamos una misma “realidad” con los demás
—realismo directo—. La realidad que experimentamos es un modelo virtual privado
teniendo lugar dentro de los confines de nuestro cerebro. Desencadenando toda la
confusión que he abordado en anteriores anotaciones. Lo que también puede
contaminar ciertas creencias, tales como el creacionismo.
“Mi cerebro consciente”. Representación artística que ilustra el concepto de “simulación del mundo". Autor: Aarón T. M.
No es ningúna coincidencia que las personas del pasado pensaban que nosotros
éramos criaturas a la merced de alguna elevada clase de fuerza que tenía control
sobre nosotros…Vale la pena mencionar que en el pasado las personas pensaban
que cosas tales como enfermedades o desordenes mentales eran un signo de
castigo divino, influencia sobrenatural, o maldición. En aquellos tiempos era
absolutamente desconcertante de presenciar, porque solo se podía confiar en
observaciones fenomenológicas. No estaban enterados de los mecanismos internos
del cuerpo humano, como ahora. Pero, no deberíamos ignorar dichas
observaciones fenomenológicas que las personas han estado describiendo a lo
largo de la historia hasta nuestros días modernos. Podría argumentar que estas son
en realidad valiosas desde el punto de vista de este modelo de la mente, quiero
decir, tienen un poder explicativo. En otras palabras, ¿cómo es ser un humano
desde la experiencia humana per se? Recordemos que nosotros realmente
existimos como bien-definidas criaturas que son renderizadas por el cerebro, así
como el entorno que experimentamos a nuestro alrededor. Lo cual corresponde
directamente con nuestra apariencia fenomenológica.
Cuando existe una alteración en la actividad cerebral, como consecuencia se
modifican los aspectos y parámetros de nuestra simulación del mundo, lo cual se
siente —desde una perspectiva ingenua— como si hubieran cambios en la realidad,
efectuados por una influencia externa. Y eso es exactamente lo que nuestros
ancestros ingenuamente concluían. Otro ejemplo que lo ilustra bien es el fenómeno
conocido como “asomatognosia”. Es una rara condición neurológica que da lugar a
alteraciones perceptuales, en este caso, atribuidas al esquema corporal. Personas
que viven con asomatognosia reportan no sentir algunas partes de sus cuerpos,
como si estas no estuvieran allí. En otros casos de desórdenes del esquema
corporal, incluso intensas alucinaciones pueden ser experimentadas, tales como la
sensación de tener múltiples brazos, en lugar de solo dos. Existe un amplio
catálogo de fenómenos con respecto a estas condiciones, pero solo los principales
son suficientes para darnos una idea de la premisa de este capítulo.