El comportamiento humano, y el funcionamiento interno:
La manera en que nuestra mente opera se ve directamente manifestada en nuestro
comportamiento superficial. Como he mencionado en anteriores ocasiones, el
cuerpo que experimentamos es en realidad una réplica del cuerpo físico, no el
cuerpo físico per se. Esta representación viene incorporada a una representación
mayor, la cual corresponde con el entorno. Este modelo del cuerpo parece estar
sincronizado con el “genuino” cuerpo físico, teniendo una influencia directa sobre
este. En otras palabras, cada acción que el avatar sensorial llevé a cabo dentro del
cerebro, se verá directamente reflejado en la acción impartida por el cuerpo físico.
Cada extensión de este homúnculo sensorial, manos, pies, brazos, cabeza, están
igualmente sincronizados con las partes correspondientes del enorme cuerpo
físico. El cerebro utiliza este modelo para mantener un comportamiento unificado
del cuerpo.
Dato adicional: Cuando las regiones corticales asociadas con este modelo interno
se ven afectadas por lesiones, o enfermedades neurológicas, el sujeto puede llegar a
experimentar una distorsión considerable (según sea el caso) en su experiencia
consciente del cuerpo, que van desde vividas y convincentes alucinaciones,
movimientos consistentes pero involuntarios o inconscientes, e incluso la
desaparición parcial o total de la experiencia consciente de tener un cuerpo.
Steven Lehar, a largo de sus ensayos, describe que dentro de nuestra experiencia
ordinaria del mundo existen fuerzas que se comportan como campos, de atracción o repulsión, dependiendo del
caso, y de acuerdo con Steven Lehar es esto lo que en esencia dicta la manera en que
nuestros cuerpos fenoménicos se mueven a través de su ambiente simulado. Un
ejemplo de ello es la gravedad, la manera en que nuestra representación del mundo
simula la gravedad física es generando un campo de fuerza dentro de nuestro
espacio fenoménico, el cual crea la sensación subjetiva de ser empujado hacía al
suelo. También, existen otra clase de campos fenoménicos, como aquellos basados
en gradientes de valencia, por ejemplo: Cuando algo que nos gusta se hace presente
en el mundo perceptual, esta fuerza se manifiesta a través de la sensación subjetiva de ser atraído hacía el objeto o situación. Existe como una especie de
fuerza sutil que brota alrededor del objeto de la experiencia, la cual nos incentiva a
acercarnos, también de manera opuesta, cuando algo no nos agrada aparece una
fuerza envolviendo el objeto que nos repele, que nos empuja. En este caso, estos
campos de “conveniencia” obviamente no existen en el mundo físico y externo,
pero podemos experimentarlos vívidamente y actuar acorde a ellos. Creando la
ilusión de que existe una especie de valor intrínseco en los objetos externos, pero
eso es solo un truco que la evolución elaboró para asegurar la supervivencia del
enorme organismo que envuelve nuestra simulación del mundo. Siguiendo este
razonamiento, notaremos que existe un sinnúmero de dinámicas y trucos que
ocurren dentro de nuestras mentes para impulsarnos a tomar decisiones. Algo que
Steven Lehar señala en múltiples ocasiones, lo cual es coherente con la teoría de
resonancia y armónicos, así como también la teoría simétrica de Valencia
postulada por Mike Jhonson (co-fundador del Instituto de Investigación de la
Qualia), es el fenómeno de la música, la danza, y los patrones simétricos que
acompañan todo lo que hemos creado, vistos en la ropa que usamos, en nuestros
muebles, en el arte, y la arquitectura, expresada en catedrales e iglesias, y demás.
Todo esto puede ser explicado, como he mencionado anteriormente, por el
funcionamiento interno de nuestros cerebros, la manera en que estos operan
determina todo lo que hacemos a nivel externo. Como sabrás, nuestra
fenomenología es renderizada y optimizada por ondas estacionarias colisionando,
y rebotando sobre otras, y la forma de esas ondas, incluyendo la manera en que
estas se propagan determina el tono hedónico, o emocional de nuestra experiencia
consciente, si el medio por el cual se transportan es coherente y simétrico,
moviéndose a través de él sin interrupciones, estas serán placenteras, pero si el
medio es irregular o asimétrico, entonces corresponderá con una valencia negativa,
dolor. Entonces, intrínsecamente, la simetría se siente genial, y puede
manifestarse de múltiples maneras. Si has experimentado en carne propia los
efectos de los psicodélicos, probablemente te habrás percatado de los
extraordinarios patrones simétricos que aparecen durante la experiencia, que de
acuerdo con QRI son manifestaciones de resonancia de ondas no-lineales,
irradiando su exceso de energía. Todo en nuestra simulación del mundo intenta
reducir tensiones (disonancia) y encontrar un equilibrio, lo que corresponde con un
estado mínimo de energía del sistema, lo que a su vez significa un flujo libre de
energía, simetría y coherencia. Entonces, existe una estrecha relación entre la
valencia positiva (placer) y que tan simétrico el sistema es. Por ello, estos patrones
simétricos se sienten bien debido al principio que gobierna nuestro modelo del
mundo. La música es simetría a través del tiempo, así que también cuenta. El ritmo,
los patrones periódicos, y la simetría, son propiedades de las ondas estacionarias
que funcionan como los ladrillos de nuestra experiencia del mundo, precisamente
de aquellas que se sienten bien…Desde que empezamos a utilizar herramientas, una
de las primeras cosas que hicimos con ellas fue experimentar con estas cualidades
de nuestras propias mentes, y como consecuencia proyectarlas en el mundo
externo. Entonces, en esencia, esa es la razón por la cual estamos tan obsesionados
con la música, la danza, y los patrones visuales que se repiten, no es una
coincidencia que los asociemos tanto con el tono emocional de nuestras vidas, lo
cual se ve siempre expresado en las obras de teatro, y películas que usamos como
fuente de entretenimiento.
Imagen sacada del canal de Youtube “Orbitian Media”. 360 video: Inside Milan Cathedral , Milan, Italy. Simetría. Se ve bien, ¿no es así?...Catedral de Milán, Italia.