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Las características que experimentamos como luz, color, formas, sonido, e incluso el tiempo!, existen sólo como atributos propios de nuestra simulación del mundo, lo cual resuelve también el famoso dilema filosófico del “árbol que cae en el bosque, y no hace ruido” —“si un árbol cae en un bosque, y no hay nadie quien lo escuche, ¿hace ruido?” —. Podemos argumentar que el sonido (tal y como lo experimentamos) sólo puede subsistir exclusivamente dentro de nuestra simulación del mundo. Dentro de nuestras mentes. El sonido fenoménico y el sonido físico, o, la representación y la cosa representada terminan siendo muy distintas en naturaleza. Como ya sabrás, podemos tener acuerdos con otros porque en esencia estamos representando las mismas cosas, tal vez no perfectamente, pero con la suficiente consistencia para poder funcionar; el hecho de que todos contamos con nuestra propia simulación del mundo en nuestras cabezas hace sencillo para nosotros organizarnos.
Como Andrés ha escrito a lo largo y ancho de su sitio web “qualia-computing”, nuestra simulación del mundo engloba más de lo que pensamos. Algunas personas piensan que solo son unos cuantos colores, o sensaciones corporales, pero es en definitiva todo, todo lo que experimentamos y sabemos es en esencia parte de la representación que nuestro cerebro esculpe. Está envuelve, sobre todo, nuestro modelo de cómo funcionan las cosas, como concebimos nuestros cuerpos, nuestras mentes, el planeta entero, naciones, y sociedades, el paso del tiempo dictado por eventos históricos, nuestras expectativas del futuro de la humanidad, inclusive las capas internas de este planeta, el espacio exterior, y galaxias enteras. En otras palabras, nuestro modelo del mundo incluye tanto los perceptos sensoriales, como las ideas y el significado asociados con estos. Integra también detalles más sutiles de nuestra experiencia, cosas de las cuales no contamos ni siquiera con una explícita representación interna de estos fenómenos, cosas que tal vez experimentamos de manera usual, pero que no les prestamos la suficiente atención como para consequentemente incentivar pensamientos acerca de estas, y por ende no forman parte de nuestro esquema conceptual, de tal forma que no podemos hablar sobre ello con otros porque no contamos con ningúna clase de referencia.
Un ejemplo de ello es algo conocido como preceptos a-modales, introducidos por Steven Lehar, y son básicamente las partes de nuestro campo visual que no son explícitamente visibles, porque en algunos casos existe algo que obstruye su visualización, pero aún así incluimos la parte faltante de esos objetos ocluidos, somos conscientes del resto del objeto sin siquiera verlo directamente, entonces podemos tener una representación volumétrica completa del entorno que integra información implícita. Con todo esto entendido, nos daremos cuenta de que los contenidos de nuestra fenomenología (nuestra simulación del mundo) cuentan con un sinnúmero de capas. En los más profundos niveles de nuestra representación habita incluso una fuerza impersonal que gobierna nuestra simulación del mundo, y es sapiente, pues esta encarna la inteligencia general de la enteridad de nuestra simulación del mundo. No es nuestro ego, no es el avatar sensorial con el que usualmente nos identificamos; nuestros egos pueden ser pensados como una mera máscara de esta fuerza. Algunas personas comúnmente lo apodan como “la mente subconsciente”, “el yo verdadero”, o “el superego”, Andrés lo llama como “el meta-programador del ser”, y en términos simples se refiere a la dinámica de gradientes emocionales que determinan lo que tiene valor o no, en nuestra experiencia. Está presente en cada humano, y es como la autoridad predeterminada que guía nuestra simulación del mundo. También sabe más de lo que explícitamente pensamos, pero no hay porqué temer, su único propósito es hacer sentido de todo lo que está aconteciendo, y en última instancia, asegurar nuestra supervivencia y comodidad. En algunas situaciones poco-ordinarias, tal y como experiencias cercanas a la muerte, o estados exóticos de consciencia, este se puede manifestar a sí mismo como una breve charla con “Dios”. Pero ese es otro tema al cual no me meteré, pero que dejó al criterio del lector.
–Anotaciones breves: “Los misterios de la capa de meta-representaciones internas”: Como mencione en alguna ocasión, la capa de meta-representaciones internas de nuestras mentes, la cual produce cosas tales como imágenes mentales, y se podría describir como una especie de imitación, o, simulación fotorrealista sin restricciones del mundo sensorial-“externo”… Qualia visual, qualia auditiva, qualia de aroma y sabor pueden hacerse presentes en nuestra imaginación y memoria, pero en un carácter fenoménico “fantasmagórico”; en otras palabras, se sienten menos real que lo real, si lo quieres ver de esa manera. La cantidad de qualia es menor en esa capa. Lo mismo con los sueños ordinarios; se sienten como si fueran el “eco” del mundo real, ¿cierto? Como un ejemplo, cuando alguien consume psicodélicos, lo que está haciendo es básicamente energizar su simulación del mundo, por lo que la cantidad de qualia se ve drásticamente incrementada, y en efecto, la capa de meta-representaciones internas es una de las que se ve más afectadas por esto. En un sentido literal, esta se vuelve más intensa, dando lugar a fenómenos increíbles tales como vívidas alucinaciones internas, manifestándose en una gran variedad de qualia, incluso qualia exótica, la cual en esta clase de condiciones puede ser experimentada con mayor vividez, en contraste con la realidad consensual. Entonces, mi punto aquí es que tiene que haber regiones delimitadas en el cerebro responsables de esto, las cuales pueden emplear qualia visual sin directamente apelar al cortex visual para construir representaciones internas, y lo mismo con las demás regiones que están ligadas a ciertos tipos de qualia. De otra manera, tiene que haber un generador de meta-representaciones internas por cada una de las regiones de la corteza sensorial.

Ilustración de las principales capas que constituyen nuestra simulación del mundo. La chica de tez verde, y cabello rubio, ejemplifica e ilustra un arquetipo popular atribuido a cualidades como la fertilidad, la vida, y el amor por los ambientes naturales, el cual comúnmente se representa a través de una entidad que recibe el nombre de “madre naturaleza” —Subagente—. Autor: Aarón T. M.


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